Mi hijo me pidió unas cerezas de la planta que tenemos en el jardín y por conseguir las más maduras ocurrió eso que me infló el pecho.

El me esperaba a un costado del árbol. Yo, de un salto trepé al susodicho y cual felino en la selva fui trepando por esas ramas cada vez mas finitas, hasta llegar cerca de la copa, donde las cerezas mas maduras esperaban ser arrancadas...
Y él, con cara de admiración, que me dice desde abajo: -Mami, cómo hiciste eso?? Yo quiero trepar así!!
Le dije que tiene que aprender, que no es fácil, que puede caerse, que tenga cuidado, bla, bla bla, bla. Pero me acordé de cuando trepaba arbolés altísimos, cuando armaba mis casitas en las plantas, o cuando desde arriba miraba pasar la vida...
Igual me encantó eso de que él dijera: guau!! como podes subir así...
Todo se aprende, le dije, no te apures!! Mientras me movía las ramas queriendo llegar hasta donde estaba yo y me movía las ramitas finitas donde me apoyaba, haciéndome agarrar el miedo adulto de caer y romperme la crisma!!
Tomé unas cuantas cerezas maduras, otras me las comí en el descenso y dejé los recuerdos orates para otro día...