
El otro día salí con mi hermana, en Mar del Plata, fuimos a La Bodeguita, lindo lugar al mejor estilo La Bodeguita del Medio de Cuba.
Por supuesto, habiendo llegado hasta ahí no pensamos en otra cosa más que pedirnos un mojito. Muy rico, dije yo, lo probaré (si, a mis treinta y largos no lo había probado aún). LLegó el dichoso trago acompañado de un buen-mozo (por lo atento, claro está) y seguimos charloteando con my sister.
Hete aquí que la cosa se empezó a complicar cuando además se sorber el dulce elixir, también venían por efecto de la aspiración y sin poder dar marcha atrás, pequeños pedazos de hierbabuena. Con cada trago, un poco de yuyo verde.... dilema, pa dentro o pa fuera? Pa fuera nomás!!
Muy disimuladamente, como quien no quiere la cosa, entre risa va, risa viene, o mejor dicho, antes de la risa, sacaba los pedacitos y quedaban ocultos cual prueba del delito, en la servilleta.

Rico el mojito, pero ahora se que cuando tenga adelante a un candidato (en mi caso el candidato lo tengo en casa, pero bueh, cuando tenga adelante un embajador, un presidente o el Papa), no lo voy a pedir...