
Hoy la noticia de la muerte de Mercedes Sosa me entristeció. Desde muy chica, su voz estuvo presente en mi vida y sus canciones figuran entre las pocas que guardo en el cofre de los tesoros.
Recuerdo el disco que tenían mis viejos en casa, Mercedes Sosa en Argentina, con clásicos como Gracias a la Vida, Carito, María Va, Solo le Pido a Dios, Años, Si se calla el cantor, y tantos otros.
Eran canciones obligadas cuando alguno (yo no se tocar...) agarraba la guitarra y empezaban a brotar las melodías.
La vi varias veces en los espectáculos gratuitos que hacía en Mar del Plata y una vez en una entrega de los Lobo de Mar, tuve la suerte de entrevistarla. Me acuerdo que llegar a ella era como hacerle una nota a Obama, había que sortear asistentes, productores, amigos, pero una vez arrodillada junto a la Negra (en la entrega había mesas donde los ternados cenaban), su sencillez y humildad me cautivaron.
Otra anécdota que recuerdo de Mercedes Sosa se remonta al noventa y pico, yo estaba de novia con mi marido y habíamos ido al departamento de mi cuñado, mientras esperábamos que se abriera la puerta, marido dice: "Mirá esa señora, cómo se parece a Mercedes Sosa!!!". Claro, no era parecida, era la Negra Sosa que esperaba el ascensor. Después nos enteramos que allí vivía, que era común ver a sus amigos músicos, que pasaban a improvisar recitales privados junto a Mercedes y los suyos.
Sus canciones llegan al alma, emocionan por su forma de cantarlas, se sentirlas. Esas canciones son las que seguirán con nosotros...siempre.