martes, diciembre 30, 2008

El viento y la arena..

El bolso está listo, las cosas de la playa todas guardadas en la mochila, las ansiedades de los chicos prolijamente sostenidas con un piolín, las ganas de reencontrarse con la familia sueltas por toda la casa, la tristeza de dejar al grandote solo por unos días está en nuestros bolsillos.
Los pasajes,
el celu,
los anteojos...
allá vamos!!

domingo, diciembre 21, 2008

Cosas por hacer




Se viene Navidad, que lindo, me encanta, pero como siempre tengo todo para hacer a último momento.


El arbolito está armado desde el 8, es que "hay" que armarlo en esa fecha y si hay que armarlo cumplo.


Es como las notas que me las piden para tal día, jamás me he demorado pero termino quemándome las pestañas el día anterior, hasta cualquier hora, con tal de terminar una nota que bien podría haber armado uno o dos días antes.


Cerca de Navidad está el cumple de la enana, pero primero pasar la fiesta del nacimiento del niño Jesus y luego pensar en tarjetitas, en cocinar tortas, panes y demases.


Entonces, siguiendo con el tema, solo tengo dos días para comprar los regalitos, pero no es lo único que tengo que hacer. Siempre se suma alguna nota de último momento, buscar tal o cual receta médica, hacer las compras, llevar y traer niños a casas de sus amiguitos. El lunes?? Si se pasa volando, por suerte queda el martes.


Buscar la planchita, necesario, terriblemente necesario para no pasar las fiestas como una refugiada de algún país del otro lado del mundo. ¿Cómo que tengo que grabar publicidades en la radio, justo hoy?? La tía quiere ir a la peluquería, se prepara para el miércoles, me pide que la lleve, por supuesto, cómo no la voy a llevar...


Puf, que tarde, qué comemos hoy?? Abriran los comercios el miércoles?? Alguno quedará, lo que no quedaran son los juguetes que mis hijos le pidieron a Papá Noel, entonces habrá que recorrer primero todas las jugueterías de la ciudad, ¿a mí me tocaba llevar el postre?? quién cuida a los chicos mientras yo salgo? bueno, sigamos, sí, encontré uno de ellos, ahora me falta el otro y no olvidarse de primos y ahijados, ellos también están en la lista...


Qué me pongo?? Pucha, la pollera que me iba a poner está sucia, la remera no se secó y todavía no hice el postre, los chicos se pelean, lloran y se pelean por quién se baña primero, los corro por toda la casa, apuren que tenemos que ir a comer. Falta poco para las 12!!!


Navidad, siii, tiempo de reflexión y tranquilidad, que bueno que a pesar de todo, me encanta la Navidad, el mantel decorado para la ocasión en composé con las servilletas, las copas del juego, muuucha comida fría y caliente, cositas ricas para picar después, la carita de los chicos con su "cuánto falta para las 12??", el paso relámpago de Papá Noel y entonces todos afuera para ver cómo los bajitos, linterna en mano, buscan por todo el jardín la bolsa de regalos, mientras afuera, algunos tiran petardos (no saben que se tiran el 31, no en Navidad??) y todos brindamos con Sidra, Champagne, Ananá Fizz, Coca Cola y todo lo que se encuentre!!


¡Feliz Navidad! A todos y cada uno de ustedes que me acompañó en este caos organizado, que les llegue la mística de esta fecha, que aprendamos de nuestros errores y miremos un poco más al que tenemos al lado.




jueves, diciembre 11, 2008

Un milagro de Navidad

María está apurada, las calles son una locura, hace calor y en veinte minutos solo ha avanzado tres cuadras. No puede retomar por otro camino, está atrapada en la fila de autos que como hormigas, van uno detrás del otro.
Habla por teléfono, mira el reloj cada veinte segundos y se impacienta con el llanto de su hija de 11 meses que tiene sueño y ganas de comer. Tiene que dejarla en casa de su madre para ir a trabajar, pero una protesta más adelante ha complicado el tránsito.

Doña Herminda se levantó temprano, quiere hacer una torta para el cumpleaños de su bisnieta. Desde que murió su marido tapa sus horas con el cariño que le brinda el resto de la familia.
Será una torta sencilla, la de claras que tanto les gusta a Josefina y a Leandrito. Todavía le dura el cansancio de ayer, cuando caminó por toda la ciudad para conseguir los regalos para el arbolito.
Pero ahora no es tiempo de quejarse, quiere terminar la torta para luego envolver los regalos como a ella le gusta. Con las tarjetitas con la cara de Papá Noel que usa todos los años.

María prueba con el chupete, luego con una mamadera fría y después con los juguetes que encuentra en el auto. Nada calma a Sofía. Abre la ventanilla, se abanica. Hace cálculos y sabe que otra vez llegará tarde, que su jefe le pondrá mala cara y que tendrá que quedarse después de hora.
Putea contra la movilización, maldice el haber tomado por ese camino y solo piensa en las vacaciones que se tomará con Sofi y Tomás. Por fin, luego de muchos años, podrán irse a Brasil unos diez días.Pasarán año nuevo allí y disfrutarán de esos días en familia que tanto necesitan.
Desabrocha el cinturón de seguridad de Sofi, le hará upa ni bien pase la siguiente calle.

Doña Herminda bate los huevos, enmanteca el bol y prende el horno. Sus manos se mueven ágiles en la cocina, el único lugar donde mantienen esta rapidez. Busca la harina por todos lados y después de mucho revolver encuentra solo un fondito. Eso no bastará para terminar la torta.
Contrariada, mira el reloj, se quita el delantal de cocina y busca su monedero. Ruega porque esta vez el almacén de la otra cuadra haya abierto temprano.

María ve con alivio que el tránsito se despeja. Los autos que tiene por delante aceleran para ingresar en la Avenida. El semáforo está por cortar, es de esos eternos que tienen luz para todos lados.
Aprieta el acelerador, cree que va a lograr pasar, que si no pasa nada raro, no llegará tan tarde a su trabajo y podrá dedicarse a armar el arbolito esta noche.

Herminda busca en su bolsillo el monedero. Duda si tiene suficiente plata para comprar, ya que salió, una leche y el azucar impalpable.
Mira el semáforo y sabe que pronto le dará paso, debe apurarse porque enseguida cambia y si queda a mitad de camino los autos la obligarán a correr, algo que no puede hacer.

María ya está por cruzar, el semáforo se pone en amarillo, puede hacerlo. Sofi intenta atrapar el juguete que se le cae de las manos y en ese instante su madre se da cuenta de que no está atada.
La ataja con su mano, gira la cabeza hacia ella para acomodarla.
El golpe es seco y en un segundo su auto está dando tumbos. Cuando frena, ve la sillita de su hija vacía. No puede moverse y no le sale gritar.

Herminda contaba tres, cuatro pesos en su monedero cuando el ruido la sobresalta y como en una película de acción ve venir volando hacia ella un auto. La va a aplastar. Se cubre la cara con sus brazos y se acurruca, no atina a otra cosa.
El auto le pasa rasando, algo cae sobre ella, la voltea y la deja tendida en el piso.

María logra salir de su auto destruído. Busca desesperada en el asiento de atrás. No escucha nada, no ve a Sofi. Revuelve, la llama, grita, ahora si, grita con todas sus fuerzas.
Herminda siente el calor y el llanto que vienen de ese bulto que tiene encima. Se sienta, no puede pararse sin ayuda, pero descubre a una bebita ensangrentada que llora sin parar.
María corre a su encuentro, la abraza. Todavía no entiende qué pasó, cómo en un segundo pasó de estar manejando a estar dando vueltas por el aire y sintiendo tan cerca el fin de su vida.
Herminda es levantada por el almacenero y le señala a María el pozo inmenso que su auto se tragó. Una obra del municipio que se transformó en una trampa mortal cuando algún vivo quitó en la madrugada las barreras de seguridad.
Nadie entiende cómo de ese auto salió María caminando sin un rasguño, cómo Sofi salió despedida y cayó encima de Herminda, lo que amortiguó el golpe. No tiene grandes heridas, solo una en la frente que pronto curarán.
Herminda no sabe cómo fue capaz de atajar eso que se le vino encima, cómo sus brazos reaccionaron antes de que ella se diera cuenta.
María y Herminda se abrazan, ese pudo ser el último día de sus vidas. Algo más profundo las salvó, no se conocen y sin embargo sienten una paz en medio del caos, un fuego que las enciende.
María toma las manos de Herminda, las besa y antes de irse con la ambulancia, con Sofi, le dice: "Gracias. Feliz navidad"...