domingo, agosto 30, 2009

Hace tiempo...


Tenía menos de veinte años, ya me gustaba la lectura y esa colección de libros gorditos, con las letras pequeñas y las páginas frágiles, enfundados en unos estuches rojos, con su canto dorado, daban la sensación de ser libros sagrados. Nieztche, Victor Hugo, Tolstoi, vaya nombres para una colección.


Los fui leyendo de a poco y uno en particular me atrapó, parecía eterno pero su historia fue desarrollándose lentamente y me llevó a terminarlo tal vez demasiado rápido (creo que algunas páginas fueron salteadas en mi impaciencia, qué pecado).




En mi última visita a la casa de mis padres estuve tentada de traerme uno de ellos para mi biblioteca pero sabía que era un préstamo sin retorno, así que decidí dejarlo ahí.


Este es un fragmento de Los Miserables, de Víctor Hugo. Tal vez lo vuelva a leer, han pasado quince años... mucho tiempo.




"Un domingo por la noche Maubert Isabeau, panadero de la plaza de la Iglesia, se disponía a acostarse cuando oyó un golpe violento en la puerta y en la vidriera de su tienda. Acudió, y llegó a tiempo de ver pasar un brazo a través del agujero hecho en la vidriera por un puñetazo. El brazo cogió un pan y se retiró. Isabeau salió apre­suradamente; el ladrón huyó a todo correr pero Isabeau corrió también y lo detuvo. El ladrón ha­bía tirado el pan, pero tenía aún el brazo ensan­grentado. Era Jean Valjean.
Esto ocurrió en 1795. Jean Valjean fue acusado ante los tribunales de aquel tiempo como autor de un robo con fractura, de noche, y en casa habita­da. Tenía en su casa un fusil y era un eximio tirador y aficionado a la caza furtiva, y esto lo perjudicó.
Fue declarado culpable. Las palabras del códi­go eran terminantes. Hay en nuestra civilización momentos terribles, y son precisamente aquellos en que la ley penal pronuncia una condena. ¡Ins­tante fúnebre aquel en que la sociedad se aleja y consuma el irreparable abandono de un ser pen­sante! Jean Valjean fue condenado a cinco años de presidio.
Un antiguo carcelero de la prisión recuerda aún perfectamente a este desgraciado, cuya cade­na se remachó en la extremidad del patio. Estaba sentado en el suelo como todos los demás. Parecía que no comprendía nada de su posición sino que era horrible. Pero es probable que descubrie­se, a través de las vagas ideas de un hombre com­pletamente ignorante, que había en su pena algo excesivo. Mientras que a grandes martillazos rema­chaban detrás de él la bala de su cadena, lloraba; las lágrimas lo ahogaban, le impedían hablar, y solamente de rato en rato exclamaba: "Yo era po­dador en Faverolles". Después sollozando y alzan­do su mano derecha, y bajándola gradualmente siete veces, como si tocase sucesivamente siete ca­bezas a desigual altura, quería indicar que lo que había hecho fue para alimentar a siete criaturas.
Por fin partió para Tolón, donde llegó des­pués de un viaje de veintisiete días, en una carre­ta y con la cadena al cuello. En Tolón fue vestido con la chaqueta roja; y entonces se borró todo lo que había sido en su vida, hasta su nombre, por­que desde entonces ya no fue Jean Valjean, sino el número 24.601. ¿Qué fue de su hermana? ¿Qué fue de los siete niños? Pero, ¿a quién le importa?
La historia es siempre la misma. Esos pobres seres, esas criaturas de Dios, sin apoyo alguno, sin guía, sin asilo, quedaron a merced de la casua­lidad. ¿Qué más se ha de saber? Se fueron cada uno por su lado, y se sumergieron poco a poco en esa fría bruma en que se sepultan los destinos solitarios. Apenas, durante todo el tiempo que pasó en Tolón, oyó hablar una sola vez de su hermana. Al fin del cuarto año de prisión, recibió noticias por no sé qué conducto. Alguien que los había conocido en su pueblo había visto a su hermana: estaba en París. Vivía en un miserable callejón, cerca de San Sulpicio, y tenía consigo sólo al menor de los niños. Esto fue lo que le dijeron a Jean Valjean. Nada supo después.
A fines de ese mismo cuarto año, le llegó su turno para la evasión. Sus camaradas lo ayudaron como suele hacerse en aquella triste mansión, y se evadió. Anduvo errante dos días en libertad por el campo, si es ser libre estar perseguido, volver la cabeza a cada instante y al menor ruido, tener miedo de todo, del sendero, de los árboles, del sueño. En la noche del segundo día fue apre­sado. No había comido ni dormido hacía treinta seis horas. El tribunal lo condenó por este delito a un recargo de tres años. Al sexto año le tocó también el turno para la evasión; por la noche la ronda le encontró oculto bajo la quilla de un buque en construcción; hizo resistencia a los guar­dias que lo cogieron: evasión y rebelión. Este hecho, previsto por el código especial, fue casti­gado con un recargo de cinco años, dos de ellos de doble cadena. Al décimo le llegó otra vez su turno, y lo aprovechó; pero no salió mejor libra­do. Tres años más por esta nueva tentativa. En fin, el año decimotercero, intentó de nuevo su eva­sión, y fue cogido a las cuatro horas. Tres años más por estas cuatro horas: total diecinueve años. En octubre de 1815 salió en libertad: había entra­do al presidio en 1796 por haber roto un vidrio y haber tomado un pan.
Jean Valjean entró al presidio sollozando y tembloroso; salió impasible. Entró desesperado; salió taciturno.
¿Qué había pasado en su alma?"

miércoles, agosto 26, 2009

Más de la enana

Estaba la enana dejando las cosas del colegio en casa, despues de andar un largo rato por la ciudad entre compras y trámites.


En eso se mira sus manos y dice: "tengo las manos sucias con chocolate"


A lo que le contesto: "No importa, ahora te las vas a lavar"


Pero ella, muy segura me dice: "No, porque la tele dice que ensuciarse hace bien" ... "Y yo me hago bien"


...








Con la melodía a cuestas

Hace días que una canción me acompaña, me encanta y se me ha pegado, la canto a cada rato y me encantaría recuperar mi micrófono para destrozarla un ratito.
La comparto con ustedes:




R.E.M - Everybody Hurts

miércoles, agosto 19, 2009

Diálogos trascendentales

Volvíamos de Mar del Plata en auto, cuando la enana (de aburrida) miró para fuera y con la noche sobre nosotros dijo:
-Cuál es la estrella de la mamá de Luly??
-No se, busquemos, debe ser la más brillante.
Ella buscó y al encontrarla exclamó con alegría: -¡Ahí está!
No se de dónde sacó lo de la estrella pero la entretuvo un buen rato, hasta que empezó:
-¿Y cuándo baja de ahí la mamá de Luly? ¿Cómo llegó hasta la estrella? ¿Se va a quedar hasta la vida?
Lo que siguió fue una explicación que no siempre la dejaba contenta de porqué Dios les daba a elegir una estrella a las almas de las personas que se morían, para que nos cuidaran desde allí, algo complicado para sus tres años, pero estaba de lo más intrigada.
El peque, que estaba jugando con una lapicera, pero que seguía atento la conversación acotó:
-El que nos cuida desde arriba es Dios, él es el que maneja los autos y cuando se distrae, los autos nuevos chocan.
-¿Cuándo se distrae? pregunté ante esta nueva teoría.
-Si, cuando mira televisión.
Ahhh, pensé yo, claro, cuando conduzcas no mires televisión y por las dudas despertalo a Dios, que no se quede dormido....

miércoles, agosto 12, 2009

Eso que se utiliza para secar platos y vasos limpios

Se apuró para arreglar ese desperfecto en el motor de auto, entró mirando la hora, apuró sus pasos para llegar a la cocina, bautizar sus manos en la canilla y a tientas secarse las manos.
Revisó en la heladera y encontró una pata de pollo con puré que seguramente le habían reservado. No esperó a que terminara el tiempo del microondas, sacó el plato y de ahí fue a instalarse frente al televisor.
Limpió unas manchas que no le dejaban ver bien el partido, se acomodó con su vaso de jugo apoyado sobre uno de los lados del sillón.
El grito de un gooool hizo que volcara parte del líquido en el piso, las secó a las apuradas, vió la repetición del tanto y terminó tranquilo de comer su pata de pollo.
No iba a usar su pantalón para limpiar sus manos grasosas, eso no se hace, siempre existe una solución mejor.
Al finalizar el partido llevó todo a la cocina y ahí dejó su elemento multiuso, mojado, grasiento, hecho un bollo.
Felíz se fue a dormir sin acordarse de esa frase tantas veces repetidas por su mujer: "el repasador noooo!!"

Será posible que los hombres no entiendan que el repasador No es una servilleta, No es un trapo de piso, No es un paño para limpiar superficies sucias?????!!!!
NO, es un concepto demasiado difícil de asimilar...

martes, agosto 04, 2009

Mes Ocho

Llegamos a Agosto casi sin darnos cuenta, parece increíble cuando ponemos en el casillero de la fecha "mes ocho", porque en el uno estábamos en Mardel, en el dos disfrutábamos de los días lindos y la pileta, en el tres empezaron las clases, el cuatro trajo muchos cumpleaños, el cinco se vino con el frío, el seis siempre me trae un año más, el siete se vivió distinto por culpa de la gripe chanchuna y así llegamos al ocho, que por lo general pasa rápido, porque el 6 es feriado para nuestro pueblo, porque se empiezan a alargar los días y en un abrir y cerrar de ojos llega el nueve con sus aires de primavera. El diez suele traer visitas familiares y exposiciones rurales, el once es el de la cuenta regresiva para que llegue el doce y así entre navidades, cumples y año nuevo, se pasa la vida.