martes, diciembre 13, 2011

La edad de la inocencia


Me sigue emocionando la inocencia de los chicos, sus fantasías, sus miedos de tiza. Hoy la enana perdió su primer diente, hace sólo dos días había descubierto llena de emoción que se le movía un diente.
Cuando llegué del trabajo la encontré hablando con la boca dura, rígida la mandíbula, para evitar que el diente flojo se le escapara en un derroche de palabras.
No es nada, dije yo, pero ella ya pensaba en el Ratón Pérez que vendría a visitarla. Un animalejo de lo más esperado por los chicos por sus bondades nocturnas, aunque muchas veces temido por ser justamente una sombra que nadie ha podido ver.
La cuestión es que la enana tenía miedo de ir al baño sola a lavarse los dientes y luego, para no aplastar al ratón, durmió pegada contra la pared, en un costado de su cama.
Todo quedó olvidado cuando se despertó y vio esos dos billetes que don Pérez había dejado a cambio de su minúsculo diente, sumado a la alegría de tener ahora una ventanita en la boca.
Me sorprende cuando preguntan una y mil veces cómo hago el truco de las servilletas, donde por arte de magia aparecen paquetitos de figuritas (si supiera el truco con billetes!!), o cómo hace Papá Noel para llegar a todos los hogares del mundo.
Nos reímos cómplices entre los tres (el Peque ya está grande) cuando ellos descubren a los falsos Papá Noel, que pasean sus pobres trajes regalando caramelos. Entonces me guiñan un ojo y en voz baja, para que el pobre tipo no los escuche, me dicen: "ese es un hombre disfrazado, no?".
Si, les digo con un leve movimiento hacia abajo de la cabeza, Papá Noel está muy ocupado encargándose de preparar todos los regalos del mundo, no puede estar repartiendo caramelos.
En pocos años, meses tal vez para el más grande, perderán la inocencia y ya no les podremos decir que dos más dos, con una varita mágica pueden ser cinco.

sábado, noviembre 05, 2011

A su debido tiempo


Hoy, tarde, mientras me hacía un té con canela, en un alto de mis obligaciones laborales, dejé escapar unos cuantos pensamientos motivados por las instrucciones que traía el sobre del saquito de té.
"Vierta agua del primer hervor y deje reposar entre 3 y 4 minutos..." Claro, de esa manera el saquito libera su rico sabor, pero no solo eso, evita que nos quememos la lengua si lo queremos tomar ni bien echamos el agua.
Cuántas cosas salen mal o no como deberían por no esperar su momento justo. En este mundo apurado en el que vivimos, estamos desacostumbrándonos a esperar. Antes había que esperar para marcar un número telefónico de varios dígitos... tac tac tac tac tac, giraba el disco del teléfono (si, disqué un 5, pero la espera se hacía más importante con muchos nueves). Podíamos construír un avión de madera balsa, cortando y pegando cada maderita en su lugar, en una tarea que nos llevaba varios días...
Para ver televisión había que esperar el horario en que comenzaba la transmisión y los dibujitos eran cosa de las cinco de la tarde. La espera se matizaba con juegos inventados.
Podría ir más lejos, decir que la plata se hacía trabajando, que uno podía hacer carrera durante toda una vida en una misma empresa, etc.
O decir que ahora la inmediatez de la teconología ha hecho que las comidas sean todas rápidas, que tengamos que hacer zapping cada 5 minutos o que no plantemos árboles que tardarán muuuuuchos años en crecer.
Pero no quiero irme por las ramas de un árbol invisible, solo decir que muchas cosas mejoran si esperamos el momento justo. El té sabe mejor si se lo deja reposar, el amor llega en el momento indicado, el trabajo se vive mejor si sabemos cambiarlo o continuar a su debido tiempo y mucho más...
Curiosamente mi té era La Virginia y hoy me he tomado cinco minutos.

domingo, octubre 23, 2011

Sentir que es un soplo la vida..


El día estuvo muy movido, con partido de hockey y desfile enaneril incluído. Pero ahora, en la quietud de mi casa trasnochada, cuando solo se escucha el ruido del lavarropas (el incansable obrero), tengo la enorme necesidad de volver a mi antiguo amor.
No se muy bien por qué dejé de escribir en este blog, si por la falta de tiempo, por estar distraída en otros sitios on line o simplemente por no tener nada que decir.
Muchos días pasaron desde el último post, en el medio, la vida siguió su curso, implacable, dejando muchas cosas positivas en el camino y algunas negativas.
Podría ahora hablar de los libros que he leído, de las buenas películas que siempre conviene recomendar, de lo grandes que están los chicos o de las cagadas que se sigue mandando el perro.
Pero solo voy a dejar esta sensación de alegría que me provoca volver a un lugar donde siempre fui bien tratada, donde conocí personas maravillosas y donde pude dejar escritos unos cuantos pensamientos, emociones, broncas y sonrisas.

martes, marzo 15, 2011

En el aire


En la oscuridad más absoluta ella tomó un hilo invisible y comenzó a coser, enhebrando palabras de otros, surciendo sueños inconclusos, reforzando melodías.

Era una tarea agotadora, sus manos iban y venían en la espesura, sus pasos pequeños corrían hacia adelante y luego retrocedían.

Parecía una araña tejiendo su tela, en silencio, pero con una sonrisa.

miércoles, febrero 09, 2011

Dichos enaneriles

El Peque preguntó mientras yo estaba cocinando:
¿No cierto que todos somos hijos de Dios?
Si Peque, respondí mientras cortaba el tomate para la ensalada...
Y la Enana, que había escuchado la conversación, contestó: "Entonces no le tengo que decir papá a papá".

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Marido protestaba cada vez que la enana lo llamaba por su nombre y no "Papá". Entonces la enana le dijo: "pero si vos no me llamás hija, me llamas por mi nombre"...

Lógica pura.