jueves, julio 29, 2010

Ideal para citas


El otro día salí con mi hermana, en Mar del Plata, fuimos a La Bodeguita, lindo lugar al mejor estilo La Bodeguita del Medio de Cuba.


Por supuesto, habiendo llegado hasta ahí no pensamos en otra cosa más que pedirnos un mojito. Muy rico, dije yo, lo probaré (si, a mis treinta y largos no lo había probado aún). LLegó el dichoso trago acompañado de un buen-mozo (por lo atento, claro está) y seguimos charloteando con my sister.


Hete aquí que la cosa se empezó a complicar cuando además se sorber el dulce elixir, también venían por efecto de la aspiración y sin poder dar marcha atrás, pequeños pedazos de hierbabuena. Con cada trago, un poco de yuyo verde.... dilema, pa dentro o pa fuera? Pa fuera nomás!!


Muy disimuladamente, como quien no quiere la cosa, entre risa va, risa viene, o mejor dicho, antes de la risa, sacaba los pedacitos y quedaban ocultos cual prueba del delito, en la servilleta.


Rico el mojito, pero ahora se que cuando tenga adelante a un candidato (en mi caso el candidato lo tengo en casa, pero bueh, cuando tenga adelante un embajador, un presidente o el Papa), no lo voy a pedir...


miércoles, julio 21, 2010

De aquí al estreshatto!!


Estaba yo cantando como siempre canturreo distintas canciones, mientras hago las cosas de la casa cuando el Peque pregunta:

-¿Mami por qué siempre cantas?

A lo que le respondí:

-Porque me gusta mucho cantar.

Entonces él dijo:

-Ah, porque Dios te dió ese regalito...¿cómo se llama?....

Yo pensaba en qué regalito me había dado Dios para cantar... un mp3...un micrófono...qué sería??

-Un don -se acordó el Peque-él te dió un don para que cantes bien, pero no solo para vos o acá en casa... para que cantes adelante de todos.


(todavía me estoy replanteando qué hago todos los días escribiendo para el diario....)

lunes, julio 05, 2010

el sonido y la noche

Es de noche, la canilla de la cocina gotea marcando el compás, algunos autos corean una canción a lo lejos y las teclas repiquetean furiosas, ajenas al silencio de la casa, imponiendo su presencia.
Los ruidos y la noche... recuerdo en Buenos Aires el sonido nocturno de las compactadoras de basura, o el ulular de las ambulancias. El ascensor cada tanto, el motor de la heladera.
Los grillos, el ladrido de los perros y las lechuzas en Mar del Plata, acompañadas por el movimiento de las copas de los árboles.
No se todavía cuál es el ruido específico de Suárez, tal vez es el que nombré arriba, el que me acuerde cuando pasen los años.
Mientras seguiré guardando olores, sabores, sonidos, caras, risas, manos, colores. Todos quedan ahí, en esa cajita que llevo y me transporta.