jueves, abril 12, 2007

Ella y tantos mas...


Nilda trabajó desde los 18 años, comenzó lejos de su casa, con su inexperiencia y toda su vocación a flor de piel.
Volcó su vida a su trabajo y muchas veces también su magro sueldo, porque no tenían los elementos necesarios.
Su marido siempre le reprochó todas las horas que pasaba en su casa armando y planificando el trabajo del siguiente día.
Sus ambiciones personales no eran muchas pero si para quienes pasaban por ella. Aspiraba a darles un futuro mejor, a que pudieran defenderse en la vida con honor y sobre todo con dignidad.
Nunca protestó, a pesar del olvido de las autoridades de turno. Jamás faltó a su trabajo y tampoco lo permitió en sus subordinadas una vez que ascendió en su trabajo.
Pasaron los años y numerosos reveses la hicieron poner en duda su vocación. A pesar de ello siempre siguió adelante.
Ese día había decidido reclamar por lo que creía justo.
Pero se acostó con lágrimas en sus ojos pensando en un hombre, un sueño, una lucha, la de todos, una granada, un asesinato y sus tizas, sus queridas tizas blancas...

3 comentarios:

Alex dijo...

no puedo agregar nada Dosto.

Anónimo dijo...

dejo huella en el colectivo, y también acá, che, también acá

Dosto dijo...

No hace falta Alex, gracias. Besotes.

Gabriela, viste? O todo o nada, lo peor es que a mí me gustan muchos términos medios, jajaja. Gracias por pasar.