Hoy es uno de esos días en los que me gustaría tener alas. Para poder viajar en aquella dirección, juntarme con amigos y con parte de la familia, ver las luces de la city y respirar otros aires, o tal vez, mirar hacia ese otro lado y disfrutar de una caminata por la playa, de la comida casera y de una cerveza entre hermanos.
Y aprovechar las alas para hacer vuelos rasantes por mis pagos, para cargar los pulmones con el aire puro y descubrir como encajan los cuadrados sembrados como piezas de ajedrez.
Pero siempre al caer la noche, volver al nido.