sábado, noviembre 05, 2011

A su debido tiempo


Hoy, tarde, mientras me hacía un té con canela, en un alto de mis obligaciones laborales, dejé escapar unos cuantos pensamientos motivados por las instrucciones que traía el sobre del saquito de té.
"Vierta agua del primer hervor y deje reposar entre 3 y 4 minutos..." Claro, de esa manera el saquito libera su rico sabor, pero no solo eso, evita que nos quememos la lengua si lo queremos tomar ni bien echamos el agua.
Cuántas cosas salen mal o no como deberían por no esperar su momento justo. En este mundo apurado en el que vivimos, estamos desacostumbrándonos a esperar. Antes había que esperar para marcar un número telefónico de varios dígitos... tac tac tac tac tac, giraba el disco del teléfono (si, disqué un 5, pero la espera se hacía más importante con muchos nueves). Podíamos construír un avión de madera balsa, cortando y pegando cada maderita en su lugar, en una tarea que nos llevaba varios días...
Para ver televisión había que esperar el horario en que comenzaba la transmisión y los dibujitos eran cosa de las cinco de la tarde. La espera se matizaba con juegos inventados.
Podría ir más lejos, decir que la plata se hacía trabajando, que uno podía hacer carrera durante toda una vida en una misma empresa, etc.
O decir que ahora la inmediatez de la teconología ha hecho que las comidas sean todas rápidas, que tengamos que hacer zapping cada 5 minutos o que no plantemos árboles que tardarán muuuuuchos años en crecer.
Pero no quiero irme por las ramas de un árbol invisible, solo decir que muchas cosas mejoran si esperamos el momento justo. El té sabe mejor si se lo deja reposar, el amor llega en el momento indicado, el trabajo se vive mejor si sabemos cambiarlo o continuar a su debido tiempo y mucho más...
Curiosamente mi té era La Virginia y hoy me he tomado cinco minutos.