Mostrando las entradas con la etiqueta sociedad.. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta sociedad.. Mostrar todas las entradas

miércoles, agosto 18, 2010

El hombre que hablaba demasiado


Hace unos días tuve que cubrir un acto homenaje a un hombre que había trabajado por más de 40 años en una institución deportiva. Iban a nombrar un paseo del parque de deportes con su nombre.

Hasta allí fue don Germán, con sus 93 años encima, ayudado por un andador y sostenido por una de sus hijas.

No faltaron los integrantes de la comisión directiva de la institución, amigos de toda la vida, empleados del club. Todos estaban frente al cartel que pronto descubrirían, con el nombre de don Germán.

El presidente del club hizo una breve introducción, alabando las cualidades como hombre y empleado del homenajeado y le cedió el micrófono.

Correcto Don Germán agradeció a los presentes, habló de la nueva dirigencia del club, saludó a sus amigos y cuando parecía que ya llegaba el momento de descubrir el cartel, sacar la foto e irnos todos a almorzar, siguió contando una a una, entrelazadas, una serie de anécdotas vividas a lo largo de esos 40 años.

Ahí es donde empecé a notar las caras de apuro de los participantes del homenaje. El presidente no sabía cómo cortarlo, el pinche que estaba sosteniedo la tela para que no se volara hacía malabares y multiplicaba sus manos. Un colega, algo retrasado, tenía acalambrado el brazo, alternaba su grabador de derecha a izquierda, de izquierda a derecha.

"Bueno Don German... " empezaba a decir el presidente, para cortarlo de manera educada, pero don German, dueño de una elocuencia única, seguía hablando, reía, señalaba cómplices.

Todo terminó claro, el cartel fue descubierto, se sacaron las fotos de rigor. Pero yo me fui con la amarga sensación de algo que no llegaba a pensar del todo bien.

En casa, ya más tranquila, mientras desgrababa la nota me acordaba de las loas iniciales para don Germán y de las caras de fastidio cuando el pobre viejo seguía hablando...

Todo bien, mientras no nos joda. Muy destacable su labor en el club, muy querido, muy respetado, pero cuando irrumpe con unos tiempos que ya no son de nadie, ahí pasa a ser un estorbo.

Cuántas veces la sociedad hace de lado a los mayores, los más chicos no los escuchan con la misma avidez de antes, ya no son fuente de consulta, para eso está internet.

Y hasta en sus homenajes, los últimos en vida, deben soportar la intolerancia...