viernes, octubre 06, 2006

Cuento 2

Aquí va el final de cuento que comencé ayer, se llama EL HOMBRE QUE NO CONOCIA LA FELICIDAD.
Besos para todos!!

CONTINUACIÓN:
Es difícil decir si presintió algo de lo que le ocurriría pronto o si el sueño finalmente se apoderó de él sin darle tiempo a nada. Tenía la sensación de haber estado despierto todo el tiempo, pero era evidente que se había dormido por lo menos tres horas, así lo testimoniaba su reloj que marcaba las 2:17. No se había movido de su posición original, pero algo ya no era lo mismo. No podía describirlo, pero era como si le doliese el alma.
Se levantó de un salto y buscó el mismo espejo que había utilizado al despertar la mañana anterior. Al verse casi no se reconoció, su pelo había encanecido, ya no quedaban rastros de risa en su rostro, tenía los ojos irritados y su estómago se revolvía con fuerza hasta hacerlo vomitar, sin tener tiempo de llegar al baño. No le importó dejar el líquido estomacal en el piso, corrió nuevamente a la cama y saltó sobre ella para romper en un llanto desgarrador.
Todos sus años de angustia, de soledad, de incomprensión, convertidos en lágrimas amargas, que salían de sus ojos con la forma de hojas de afeitar, que lo herían aún mas. Era el dolor acumulado de su niñez perdida, de la familia que ya ni siquiera en sus recuerdos estaba presente, y sobre todo de ese estado de plenitud que le había sido mostrado durante el día para luego sacarselo a la noche. Nunca antes se había replanteado nada. Los días pasaban y él los vivía, los hacía parte de su rutina, así se dejaba estar.
Pero por no se que milagro todo había pasado con una claridad extraordinaria en un solo día. Ahora no podía volver a ser el mismo, si el milagro no regresaba -y el sabía en el fondo que no regresaría- solo le quedaba envejecer y morir, envejecer, envejecer... y morir.
Les estoy contando esta historia porque a mí me llegó de una manera muy particular. No pido que crean todo lo que he dicho pues, por otra parte, yo misma no se qué es cierto y qué no. He tratado de no darme a conocer hasta ahora, para no entorpecer el relato. Hace una semana estaba yo en el parque dandole de comer a las palomas. Es una costumbre que mantengo desde que me jubilé, los lunes y miercoles cuando salgo de visitar a mi hija, me doy una vueltita por la plaza y les llevo a las pobres palomas el pan del fin de semana. Ese lunes un hombre interrumpió mi tarea, jamás lo había visto pero empezó a hablarme como si me conociera de toda la vida. Se veía que tenía necesidad de hablar y como yo no tenía nada que hacer, simplemente lo escuché.
Su relato me impresionó, por momentos hasta tenía que reprimir las lágrimas que insistían en brotar de mis ojos y ante semejante vida no encontraba yo la forma de consolarlo. Pero a pesar de su pasado, su semblante era el de un hombre felíz y juraba haber entrado en el paraíso. Antes de irse me dijo su nombre, Gregorio Ayala, y prometió traerme una bolsa con alimento balanceado para que yo pudiera darles algo mas consistente a las palomas.
No esperaba que efectivizara su promesa, fue mas bien un cumplido por mi paciente atención. De hecho muy pronto me hubiera olvidado de su nombre. Ayer al leer el diario ví que había una foto de mi plaza y eso me hizo centrar la atención en el texto. Noté que estaba en la sección policiales y en el primer párrafo apareció Gregorio Ayala. Con gran curiosidad leí el artículo completo.
Lo que decía me entristeció, me dejó por unos momentos vacía y sin reacción. Gregorio se había suicidado. Un testigo dijo que vió un hombre sentado en la ventana del edificio que está frente a la plaza, con las piernas para afuera y la cabeza hacia arriba, como mirando el cielo. Dijo tambien que no pensó que fuera a hacer lo que hizo. El hombre bajó la cabeza, miró para adentro de su habitación, se acomodó su camisa, se pasó la mano por la cara y luego se tiró.
¿Por qué lo hizo? La verdad que no lo se como tampoco se por qué me ví en la obligación de contarles esta historia. Yo no me puedo quejar, he tenido una vida plena, una hija de la que estoy orgullosa y un marido al que amé hasta que murió hace un par de años. Pero él no tuvo nada, vivió toda su vida ignorando esto que nos hace sentirnos realmente vivos. No soy escritora, tampoco tengo la lucidez necesaria para decirlo mejor, pero he vivido. A lo largo del camino tuve pequeñas dosis de alegría y esperanza que dieron sentido a todo lo demas. Gregorio vegetó hasta que un día le fueron concedidas todas las dosis que le correspondían en su vida. Para él fue una recompensa enorme, un regalo inmerecido con fecha de vencimiento.
De esa certeza de algo único e irrepetible surge mi conclusión de que no quizo seguir viviendo sin la posibilidad de al menos una vez más, por unos escasos segundos, sentirse feliz.

10 comentarios:

cint dijo...

hermosa historia..y gracias .Cin.-

Dosto dijo...

De nada, gracias por visitarme!! Suerte en lo que emprendas de aquí en mas!!

Daniela dijo...

Dosto...muy buena tu redacción, viví la historia de tal forma , que me dió una tristeza enorme el pobre hombre. Te felicito de corazón.
Besos.

Desde el mas aca dijo...

realemente me encato muy lindo, besos y abrazos

Lic. Karina Morales dijo...

Dos días en la vida, nunca vienen nada mal, no?
Besos

Luis dijo...

Es bastante doloroso, a decir verdad... Pero es interesante como la voz del narrador se confunde con la voz (y con la perspectiva) del hombre que cuenta su historia.
Y bueh... Lo leeré de vuelta (a la primera parte la lei el viernes un par de veces) y si es menester, daré otra opinión.
Un beso y buena semana

Luis, festejando que por fin le ganamos a los primos :-D

Gaby dijo...

Mire , mi amiga...cuando se le da por escribir , escribe de lo lindo!!!!
Muy bueno...Necesite una dosis de tu buen humor este finde...hubo tanta visita mala onda!!!!!!!
Te quiero amigaza, con aumentativo cordobés

Dosto dijo...

Dani, si pobre, pero tuvo el consuelo de haber conocido la felicidad. Besotes!!
Vic, gracias, besos para ti y para Cin!!
Juanis, es así, a nosotros la vida nos regala varias dosis de felicidad que administramos a lo largo de nuestra vida, es bueno saber encontrar dosis en los demas! Besotes.
Kari, claro que no!!! y si son mas mejor!! Saludos!!
Hay, Luis, no me lo analice tanto que se le va a confundir hasta su nombre!! jajaja!! Que grande River, era hora de ganarle a Boca y lo hicimos justo con ellos punteros e invictos, je,igual River necesita un título urgente para poder festejar. Besos.
Gaby, que anda pasando por ahí?? en suarez soplaron vientos malos que me voltearon el pilar de la luz en casa, pero como dijo un pensador, podran voltear pilares pero nunca podran voltear mis pensamientos... ah, no.... no era así,bueh, no importa. Besotes.

Alex dijo...

Parte de esta historia es parecida a la de mi Gardelita . Hay gente extraña en el mundo, y cuando una se la encuentra así, de golpe, pienso que tienen algo para decir y decirnos.
Bueno el relato

Dosto dijo...

Gracias Alex, quien es Gardelita?? Lo bueno es saber escuchar lo que tienen estas personas para decir, saber encontrar detras de un rostro común su historia de vida. Besotes.