domingo, marzo 30, 2008

En sus marcas...

Botines?? ............................Listos...
Palo?? ..................................Algo vetusto, pero listo!
Joggins?? ............................Mmmmsi.
Canilleras?? ........................Porqué se las habré prestado a Marido??
Estado físico??................... ?????
Oxígeno y Ambulancia? .....Listos!!!

Bueno, tonces mañana puedo empezar.

martes, marzo 25, 2008

Yo me sumo

Aquí en el interior sabemos que los grandes latifundistas se cuentan con los dedos de las manos. El resto tienen 150, 200, o 500 hectáreas, años buenos, años malos, granizos, ganancias, pero los pequeños y medianos productores dejan plata en los pueblos donde viven.

Si fue el sector que mas rentabilidad tuvo?? puede ser, en esta Argentina devaluada ahora se castiga al que mas gana con una retención abrumadora, sumada a los impuestos provinciales y municipales.

MIentras tanto la plata se va por los rincones menos pensados bajo nombres como secretarios de secretarios de secretarios de ñoquis, gastos reservados, negociados, etc.

Hoy, en esta batalla, me sumo al reclamo del campo..




El gobierno sigue necio en sus actitudes...


El necio- Silvio Rodriguez

jueves, marzo 20, 2008

Loas al mate

Reflexiones del mate

Lalo Miren el programa "Lalo Bla Bla" Radio Mitre:



El mate no es una bebida. Bueno, sí. Es un líquido y entra por la boca. Pero no es una bebida. En este país nadie toma mate porque tenga sed. Es más bien una costumbre, como rascarse.

El mate es exactamente lo contrario que la televisión: te hace conversar si estás con alguien, y te hace pensar cuando estás solo.Cuando llega alguien a tu casa la primera frase es ¨hola¨ y la segunda "¿unos mates?".

Esto pasa en todas las casas. En la de los ricos y en la de los pobres. Pasa entre mujeres charlatanas y chismosas, y pasa entre hombres serios o inmaduros. Pasa entre los viejos de un geriátrico y entre los adolescentes mientras estudian o se drogan.

Es lo único que comparten los padres y los hijos sin discutir ni echarse en cara.Peronistas y radicales ceban mate sin preguntar. En verano y en invierno. Es lo único en lo que nos parecemos los buenos y los malos.La gente pregunta, cuando no hay confianza: "¿Dulce o amargo?". El otro responde: "Como tomes vos".

Los teclados de Argentina tienen las letras llenas de yerba. La yerba es lo único que hay siempre, en todas las casas.Siempre. Con inflación, con hambre, con cualquiera de nuestras pestes y maldiciones eternas. Y si un día no hay yerba, un vecino tiene y te da. La yerba no se le niega a nadie. Ninguno de nosotros nos acordamos del día en que tomamos por primera vez un mate solos. Pero debe haber sido un día importante para cada uno. Por adentro hay revoluciones.

El sencillo mate es nada más y nada menos que una demostración de valores...Es la solidaridad de bancar esos mates lavados porque la charla es buena. La charla, no el mate.Es el respeto por los tiempos para hablar y escuchar, vos hablás mientras el otro toma y viceversa. Es la sinceridad para decir: "¡Basta, cambiá la yerba!". Es el compañerismo hecho momento.

Es la sensibilidad al agua hirviendo. Es el cariño para preguntar, estúpidamente, "¿está caliente, no?".

Es la modestia de quien ceba el mejor mate. Es la generosidad de dar hasta el final. Es la hospitalidad de la invitación. Es la justicia de uno por uno. Es la obligación de decir "gracias¨, al menos una vez al día.

Es la actitud ética, franca y leal de encontrarse sin mayores pretensiones que compartir.

Ahora vos sabés: un mate no es sólo un mate...



Y yo agrego a esto...

Queres uno??





martes, marzo 18, 2008

Para pensar

El tocón traicionero

Dicen que este problema lo planteó en cierta ocasión un matemático rural. Es un cuento bastante divertido. Un campesino encontró en el bosque un anciano desconocido. Se pusieron a charlar. El viejo miró al campesino con atención y le dijo:
En este bosque yo sé que hay un toconcito maravilloso. En caso de necesidad ayuda mucho.
¡Cómo que ayuda! ¿Acaso cura algo?
Curar no cura, pero duplica el dinero. Ponés debajo de él el portamonedas con dinero , cuentas hasta cien, y listo: el dinero que había en el portamonedas se ha duplicado. Esta es la propiedad que tiene. ¡Magnífico tocón!
¡Si pudiera probar! – exclamó soñador el campesino.
Es posible. ¡Cómo no! Pero hay que pagar.
¿Pagar? ¿A quién? ¿Mucho?
Hay que pagar al que indique el camino. Es decir, a mí en este caso. Si va a ser mucho o poco es otra cuestión.
Empezaron a regatear. Al saber que el campesino llevaba consigo poco dinero, el viejo se conformó con recibir un peso y 20 centavos después de cada operación en que se duplicara el dinero. En eso quedaron.
El viejo condujo al campesino a lo más profundo del bosque, lo llevó de un lado para otro y, por fin, encontró entre unas malezas un viejo tocón de abeto cubierto de musgo. Tomando de manos del campesino el portamonedas, lo escondió entre las raíces del tocón. Contaron hasta cien. El viejo empezó a escudriñar y hurgar al pié del tronco y, al fin, sacó el portamonedas, entregándoselo al campesino.
Este miró el interior del portamonedas y…, en efecto el dinero se había duplicado. Contó y dio al anciano el peso y los veinte centavos prometidos y le rogó que metiera por segunda vez el portamonedas bajo el tocón maravilloso.
Contaron de nuevo hasta cien; el viejo se puso otra vez a hurgar en la maleza junto al tocón y de nuevo se realizó el milagro: el dinero del portamonedas se había duplicado. El viejo recibió del bolsillo el peso y los 20 centavos convenidos.
Escondieron por tercera vez el portamonedas bajo el tocón. El dinero también se duplicó esta vez. Pero cuando el campesino hubo pagado al viejo la remuneración prometida, en el portamonedas no quedó ni un solo centavo. El pobre había perdido en la combinación todo su dinero. No había ya nada que duplicar y el campesino, abatido, se retiró del bosque.
El secreto de la duplicación maravillosa del dinero, naturalmente, está claro para ustedes: no en balde el viejo, rebuscando el portamonedas, hurgaba en la maleza junto al tocón. Pero, ¿pueden ustedes indicar cuánto dinero tenía el campesino antes de los desdichados experimentos con el traicionero tocón?

Respuesta:
Antes de la primera duplicación el campesino tenía 1 peso y 5 centavos
pintá arriba para ver la respuesta.

jueves, marzo 13, 2008

Música

Dado que mi equipo está roto pues, los peques, queriendo poner solos la música de Lazy Town, lo rompieron, tengo ganas de escuchar algo de música internacional. Elijo hoy Joss Stone. Les gusta?



Joss Stone - right to be wrong

sábado, marzo 08, 2008

Divan

Buenas Doctor, sssi, me acomodo por aquí, gracias...

Le cuento??....

Tengo un hijo hiperactivo, irreverente, desafiante, mal educado, puf, si, también es super inteligente, sensible hasta la médula, querendón, comprador.

Pero agota, el día a día en el que hasta para decirle que se ponga el pijama, primero hay que decirlo, luego repetirlo, luego enojarse, luego gritar, despues retar por no hacer caso, mandar al cuarto, etc, y así con todo, no respeta ningún límite y se mueve entre el yo soy grande y yo se todo.

Si Doctor, el error fue nuestro, se le permitió todo de chiquito...

Si, pero todo cambió a los dos años y medio, era tiempo como para que cambiara, pero no, es terrible...

Doctor, disculpe, la teoría la sabemos, pero con su terquedad nos va quemando los libretos.

Qué?? Por supuesto, lo queremos con el alma, pero nos preocupa su actitud.

Ah, terminó el tiempo?? Bueno, gracias, hasta la próxima...

domingo, marzo 02, 2008

Cuento: El Regalo - Parte 3


En el paseo caminé sin rumbo, mirando vidrieras casi como una obligación. Así iba de cuadra en cuadra cuando me encontré con una amiga del trabajo. Tuvo que llamarme dos veces para hacerme salir de esa hipnosis en la que me hallaba.
-Hola, viste que Fernández se va, le ofrecieron un laburo mejor en la empresa del suegro, era hora de que entrara ahí, con la guita que tiene el viejo, una vez adentro ya gana terreno y después no lo para nadie. Decía casi sin respirar.
-Ah, que bien...
-Si, porque la mujer es una insulsa que no sirve para nada, pero él es muy vivo, acá la venía remando, tiene mucha capacidad, no te creas que lo digo porque me gusta, no, nada que ver, aunque si quisiera un touch and go, todo bien...
-Y qué puesto le ofrecieron? Pregunté por decir algo, porque esa conversación no me interesaba en lo más mínimo. Que me importaba si Fernández se iba con su suegro o no, si era un interesado trepador o solo hacía su trabajo...
-Empieza de Gerente de Marketing, pero seguro que en poco tiempo llega a los cargos directivos más importantes, acordate lo que te digo. Ahora hay que ver quién ponen en su lugar acá, ya me veo que le dan el puesto a Gracielita, la muy turra. Y hablaba y hablaba...
Mientras ella me citaba todos los posibles candidatos al reemplazo, incluída ella claro, me llamó la atención una mujer con su hijo de no más de dos años que estaban sentados en la vereda.
Eran muy humildes, con sus ropas roídas, pero no mendigaban, ella vendía unas carpetitas de crochet de varios colores, mientras su hijo le ordenaba los hilos.
-Ah, no, tal cual.. Contestaba mecánicamente ante el monólogo de mi amiga.
La mujer mostraba el paso de los años marcado en su rostro, aunque era difícil decir cuántos años tenía. El niño ordenaba de manera prolija los hilos y cada vez que terminaba una gama de color, enseñaba su obra maestra a la madre, que lo abrazaba y besaba a manera de recompensa.
Las personas no se detenían en ellos, salvo alguna vieja que admirara el trabajo artesanal de la mujer, no eran muchas las carpetitas que podía vender.
Cada tanto algún trajeado deslizaba un billete o una moneda hacia la mujer, pero esta rechazaba de plano cualquier dádiva y ofrecía su trabajo. Pero las personas estaban demasiado apuradas como para detenerse, todas corrían hacia algún lado, con caras de preocupados o absortos en su conversación telefónica.
-Bueno me voy que Mechi me espera para ir al cine. Mañana la seguimos en el trabajo, si?. Dijo mi amiga y salió corriendo.
-Si, claro, saludos a Mechi.
Libre por fin de esa historia sin fin con ribetes de oficina me acerqué a la mujer. Esta me sonrió y preguntó si quería comprar una carpeta para mi casa.
Hablaba en forma pausada, realzando las bondades de su producto y deteniéndose cada tanto para aleccionar a su hijo cuando el pequeño hacía algo incorrecto. No lo retaba, él tampoco parecía descontento de estar ahí, no le llamaba la atención la juguetería que se levantaba a unos pocos metros.
Había tanto arte y cuidado en esas simples carpetitas que tuve ganas de comprarle toda su producción. Pero no era por el arte en sí, nunca me importaron las carpetitas tejidas a crochet.
Era una mezcla de sensación de paz, de dignidad y la vez de vacío e injusticia. Por qué tenía que estar esa mujer en esas circunstancias y los demás mirando para otro lado?
Y me acordé del cuadernillo de fotos, la imagen del hombre a la salida de la Iglesia, los viejos en el Hospital. Esas personas se hacían presentes y peleaban por quedarse en mí.
Aturdida, compré dos carpetitas con la poca plata que me quedaba y volví a mi depto.
Tomé el cuadernillo y observé por largo rato sus fotografías que mostraban lo hermoso de la vida y la crueldad de los seres humanos, algunos empeñados en destruir todo aquello que han logrado.
La última foto me llamó la atención, era un hombre adulto, de espaldas, con su vista clavada en una pared gris y en una actitud totalmente inerte.
La inscripción decía “Nacemos y morimos una sola vez, pero a diario nuestras acciones u omisiones pueden provocar pequeñas muertes, como así también pequeñas vidas. De uno depende...”
Cerré el cuaderno y pensé porqué a mí. Si podía entregárselo a cualquiera que pasara por la calle. Qué pretendía el hombre que yo hiciera??. Nunca me fijé metas lejanas, siempre fui pisando sobre camino conocido, sin molestar a nadie. Ahora tenía dos opciones, seguir como hasta ahora, o intentar algo nuevo. No sabía exactamente qué significaba ese cambio pero no podía mirar a la pared como ese hombre de la foto...
Metí el cuadernillo en una mochila y salí al encuentro del hombre grande con andar de oso. Tenía la sensación de que iba a encontrarlo aunque en realidad ni siquiera sabía a dónde iba.
En una esquina me detuve a esperar que cambiara el semáforo cuando del otro lado de la calle lo vi. Reconocí ese andar de oso, esa cabeza hacia abajo. Corrí a su encuentro y al alcanzarlo me miró. Yo intenté una disculpa a la vez que sacaba el cuadernillo con la firme intención de devolvérselo.
-Esta bien. Gracias. Dijo él con su voz amable. No hizo preguntas, no quiso saber más. Tomo el cuadernillo dio media vuelta y emprendió su lento caminar.
Se que hubiera querido decirle mil cosas, que me contara la historia de cada una de las fotografías, que me dijera porqué yo. Pero no hizo falta, su última mirada me sirvió para darme cuenta de que él sabía que yo sabía.

FIN