sábado, julio 25, 2009

Con su blanca palidez

El miércoles pasado amanecimos ante un paisaje desconocido por estos lares. El servicio meteorológico local indicaba -16 º de sensación térmica, unos copos pequeños y rebeldes primero y grandes y decididos luego, fueron dejando el jardín con un manto blanco.


Si, estaba nevando!! Cuántas veces les había hablado a los chicos de aquel día de agosto del noventa y pico, cuando Mar del Plata se cubrió de nieve!! Ahora lo podían ver y sentir en carne propia.


El perro no entendía nada, pisaba y sus patas se hundían en esa espuma blanca. El viento arremolinaba los copos y los depositaba en los rincones.


Vamos chicos, despiertensé!! Está nevando!! Miren!!


Qué nos ponemos?? A ver... botas de goma, guantes, bufandas, gorros y campera impermeable. a jugar en la nieve!! Dale enana, vení que te doy la mano!


Toquen qué suavecita es...


Miren el perro como corre y salta por el jardín!




Es momento de hacer un muñeco de nieve, a juntar todos!! (Claro, después miraba todos los jardines con sus muñecos y pensaba: por qué no se nos ocurrirá nada más que un pavo muñeco gordo, con brazos de ramas y nariz de zanahoria. Por qué no un lobo marino, como los de la rambla de Mardel, o una rana gigante, que se yo, pero ni uno por ahí, todos eran los muñecos tradicionales)


La nieve trajo alegría, muchas fotos y comentarios por doquier. Que bueno que cada tanto estos fenómenos nos permiten compartir cosas nuevas con los chicos.





Del barro de los días siguientes ni me hablen, los pisos sucios por tres días, la ropa de los chicos imposible de pasar cualquier prueba de la blancura, el frío persistente, taladrante.


Pero bueh, nos quedó como cosa pendiente tirarnos por la loma cerca del Parque de Paz, con algún culipatin improvisado, aunque emprender esa expedición con el auto casi sin frenos y las gomas lisas, hubiera sido un acto de suicidio más que una buena idea.


Nevó en mi ciudad. ¿Quién dijo que todo está perdido?? (y me acuerdo de los del campo que recibieron con la nevada el equivalente a 100 mm de lluvia).


miércoles, julio 15, 2009

Lo positivo



Hoy después de levantarnos con -6,7º C, la temperatura fue subiendo de a poco. Para el mediodía teníamos una magnífica tarde por delante, entonces, tomamos las bicis, metimos jugo y galletitas en la mochilas y partimos a dar una vuelta.


La excursión a la placita más cercana fue un fracaso, ordas de chicos ávidos de hamacas y toboganes poblaban la modesta plaza, con lo que, asustados con tanta gripe chanchuna dando vueltas, optamos por virar al oeste y volver a casa.


Demasiadas ganas de aire puro para meternos entre esas cuatro paredes que nos dejan muy pocos metros cuadrados techados disponibles, so (palabra en inglés. No es en este caso "so" pena de...), decidimos sacar la carpita del Rey León, los banquitos miniatura, las galletitas, el jugo, dos sillas grandes (que serían utilizadas por mí para depositar parte de mi humanidad en una y las extremidades inferiores en la otra), un libro, atamos el perro y comenzamos a disfrutar esa tarde magnífica que nos regaló julio.


Jámas los chicos habían jugado tanto solos, afuera, sin miedo a ensuciarse (ya lo dice la publi: "Ensuciarse hace bien"), inventaron toda clase de juegos, casi no se pelearon!! jugaron con el perro. Yo entré y salí varias veces de la casa, sin tenerlos cual patitos siguiendo a su mamá.


Fue una tarde muy linda que pudimos disfrutar gracias a esta gripe que nos ha dejado sin posibilidad de grandes aglomeraciones de gente, sin visitas a amigos resfriados y sin colegio y deportes, donde gastan gran parte de sus energías.


Mañana se viene la segunda parte de la aventura en bicicleta, esta vez, intentaremos que el primo se sume e intente tomarle el gusto a las dos ruedas (que en su caso todavía son cuatro).





Qué?? Que no llueve, que está todo bastante parado, que no he podido viajar para ver a la familia, que... Siii, ya se, pero eso es otro cantar. Por ahora disfruto de esta melodía.

lunes, julio 06, 2009

Ocurrencias chiquititas.


Estaba la enana jugando a nombrar palabras que tuvieran alguna relación con aquella que yo mencionaba y así se sucedía la lista:

-vaso

-agua

-vino

-cerveza

-jugo

y aquí en su turno, la enana remató con un:

-fernet con culo!!


Si que la tiene clara con las bebidas!!

martes, junio 30, 2009

Desconfío!!




Ya se que estamos demasiado sensibles con todo esto de la gripe A, que hay casos en todo el país y que son muchas las cosas que no se dicen.


Pero cuando leo cosas como esta, me invade la desconfianza, me pongo a pensar que hijoeputas hay en todos lados, que las formas de ganar dinero están cada vez mas lejos de los límites morales, en fin... que, como Chiru en estos días, pienso mal...




"Tamiflu es el nombre del medicamento creado por la firma farmacéutica suiza Roche y es una de las únicas defensas frente a una pandemia.
El Tamiflú es uno de los medicamentos que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha considerado como efectivos para reducir los efectos de la influenza (gripe porcina) y cuya patente fue desarrollada por Gilead Sciencies Inc -empresa de la que es accionista el ex secretario de defensa de Estados Unidos, Donald Rumsfeld- y que firmó contratos con la subsidiaria estadunidense F. Hoffman-La Roche Ltd para fabricar y distribuir el producto hasta 2016.
Este medicamento se vende únicamente bajo receta y en Argentina tiene un precio de entre 132 y 135 pesos para el consumidor, la caja de diez pastillas; cuesta $180 la versión en gotas.
Y en estos días todo el mundo está visitando su pagina oficial http://www.tamiflu.com/ y las indicaciones del medicamento en Internet. Pero no solo las visitas de sus sitios on-line son las que suben, sino que en plena crisis de salud pública como la que se vive en México y el mundo entero, las grandes farmacéuticas están obteniendo importantisimas ganancias.
Ayer, por ej. la acción del gigante farmacéutico que fabrica el Tamiflu, Roche Holding AG, subió 3.51 por ciento en la bolsa de Zurich, donde cotiza, después de darse a conocer que algunos gobiernos están solicitando incrementar sus reservas de antivirales, de los cuales Roche (que fabrica fosfato de oseltamivir con el nombre comercial de Tamiflú) es uno de los dos fabricantes mundiales.
Pero volviendo al tema del medicamento, hay que dejar en claro, que según ls indicaciones, este remedio no debe ser usado como un fármaco preventivo para el conjunto de la población, sino ser administrado en las 12 primeras horas al paciente que muestra síntomas de gripe porcina. Si se inicia el tratamiento demasiado tarde el medicamento vería reducida su efectividad y aumentaría las opciones de resistencia."

lunes, junio 22, 2009

De canciones y melodías

Me gustó mucho Revolvió y Malo, de Pa fuera telarañas, la placa de Bebe, ahora encontré un nuevo tema y por eso lo quería compartir con ustedes. Espero que les guste.



sábado, junio 20, 2009

Uno mas


Un año más sobre mis espaldas, que no se siente pesado, sino que ha llegado jovial, con ganas de hacer y con muchas fotos de estos 35.

Los años se notan en mi pelo cada vez mas canoso, si, ahora se notan las canas. En ese colegio o facultad que aparecen más lejos a la hora de hacer la cuenta. En los chicos que demuestran que estos últimos años no han sido en vano.

Pero no los noto en mi espíritu, que mira para otro lado cuando hay que soplar una velita más. No siento que el camino transcurrido haya modificado mi esencia.

En fin, ayer y hoy (que fue el festejo oficial), han estado todas las personas que quiero, algunas en persona, otras a través de un mensajito, de un mail o un mensaje en el blog.

Por eso, a todos... GRACIAS POR SEGUIR CONMIGO!!!

sábado, junio 13, 2009

Quiero uno


Será que estoy influenciada por la literatura rusa, porque en mi familia el tomar el té forma parte de una ceremonia que espero se mantenga.

No tengo lugar en casa, pero de tenerlo intentaría por todos los medios de conseguir un samovar.

jueves, junio 04, 2009

Esas cosas que no miramos


Hace un tiempo mediante un decreto se permitía con gran tino el viaje gratis para los discapacitados y para un acompañante.

Decía algo así:

La Secretaría de Transporte de la Nación emitió una resolución que da más precisiones sobre el decreto 38/04, que permite a los discapacitados viajar gratis en colectivos, micros y trenes, y ya está en vigencia.En su artículo 1º, la resolución señala que no es necesario llevar el certificado original de discapacidad ni el documento, sino que son suficientes sus fotocopias "autenticadas por la autoridad competente".

Para viajes de corta y media distancia, hay que mostrarle ambas fotocopias al chofer en el momento de subir al colectivo. En los de larga distancia, el trámite debe realizarse con 48 horas de anticipación en las terminales.El decreto 38/04 también prevé un pasaje gratis para un acompañante.

Para obtenerlo, alcanza con que figure en el certificado la necesidad de que el discapacitado viaje acompañado. La resolución especifica que "la causa de viaje no constituye limitante alguno al beneficio de gratuidad" y aclara que "los pases de discapacitados emitidos por la Secretaría con vencimiento posterior a la vigencia del decreto 38/04, mantendrán su validez hasta la fecha de vencimiento".


Lo cierto es que en localidades chicas, como la mía, los discapacitados deben atenderse en centros de salud especializados que se encuentran lejos, como Bahía Blanca, La Plata o Buenos Aires y por lo general no cuentan con los medios económicos como para costearse tratamientos y viajes.

Las empresas de transporte ponen trabas a la hora de brindar los viajes gratis, aducen que el cupo ya está ocupado, que otras localidades ya completaron el micro, etc.

Y la pobre gente que tiene que lidiar con obras sociales, con médicos, con realidades amargas, con puertas que se cierran, encima deben luchar una y otra vez para poder viajar.

Da bronca que exista poco control sobre los decretos existentes, que quede todavía tanto por hacer...

jueves, mayo 28, 2009

De hojas secas


Me dejo llevar por el perfume de una flor, que me recuerda a las que había alli. Me subo a una nube y choco contra otras para dibujar formas en el cielo, respiro el frío que entra en mi cuerpo y sale transformado en agua por mi nariz. Piso las hojas que crujen en el piso y persigo hormigas laburadoras que sin descanso acumulan parte de mi jardín en sus guaridas.
Me gusta el otoño, claro que no tanto como la primavera que se acerca al verano, pero esta estación tiene algo de introspección, de poesía.
Y ese clima de afuera que invita a otro totalmente opuesto adentro, con café y tortas o algún chocolate.
¿Quién quiere?...

domingo, mayo 17, 2009

Consumista ella?? naaa

Ayudaba a mi hija en el baño cuando de la nada me dice: "mami no terminaste de hacer las compras" (dicho esto un domingo a las 8 de la noche).
-¿Por qué?- pregunté.
-Porque no compraste Vanish y Mister Músculo
-Ahhh, y para que sirve el vanish?
-Para sacar todas las manchas de la ropa.- dijo ella muy segura.
-Y el Mister Músculo? -pregunté para probar su nivel de conocimiento.
-Depende, si es multiuso para limpiar toda la casa pero hay otro que te ayuda a limpiar toooodo el horno también.
-...

martes, mayo 12, 2009

Quietud

Las voces del televisor de escuchan de fondo, el entrevistado insiste en repetir sus conceptos a través del auricular, las manos se mueven para no perderle pisada y sin embargo hay una quietud en la casa que la vuelve otra.
La oscuridad contrasta con el brillo del monitor, la respiración de los durmientes se cuela entremedio. Los ojos comienzan a sentir el cansancio del día, la lista de cosas por hacer se correrá un casillero en el calendario.
Y la cama, que prolija y suave invita a compartirla.

sábado, mayo 02, 2009

Puede suceder

Foto: www.interarteonline.com/Claudia_Groll/altas
José bosqueja, pinta, mezcla colores, se detiene en el detalle, observa y sigue.

Mara se siente desbordada, sola para todo, lava, cocina, atiende chicos, limpia y trabaja.

Facundo juega despreocupado, inventa, crea personajes y delira feliz en su mundo de algodón.


Tres días más tarde Facu llora en la plaza porque su auto de cartón se rompió, Mara acorta camino por la misma plaza y al verlo le ofrece una caja que le sobra, seca sus lágrimas y ambos se regalan una sonrisa. José que pintaba el ombú que estaba cerca de ellos captura ese momento y lo eterniza en un cuadro mágico.


La cara cansada pero satisfecha de Mara, que se inventa un minuto de tiempo para socorrer a un niño, que vuelve a ser feliz con tan poco, que sirve de inspiración para un artista, que busca la vida, tal cual la conocemos, con lo bueno y lo malo, con mucho o poco, con triunfos y derrotas.

sábado, abril 25, 2009

El Premio de Alex


Trataba de entrar a Blogger hace varios días, con resultados negativos, cuando en uno de esos intentos, ya a punto de tirar la computadora por la ventana, mágicamente, entré.
Entonces pude ver con agrado que Alex me había incluído en su lista de personas que recibirían este premio.
Debo aclarar que ya sean virtuales o reales, siempre me gusta recibir premios pero claro, a veces me preguntó si realmente estarán bien otorgados...
En este caso venía de mi amiga Alex entonces no me importó ser merecedora o no del premio sino que me concentré en quien me lo había regalado. Una persona abierta, sincera, divertida, sensible y sobre todo querible. So (como diría el amigo Zorgin) aquí me tienen continuando con la tarea de repartir el premio entre mis amigos.
Algunos ya lo han recibido, pero no importa, lo que vale es la intención, el gesto de unirnos en la distancia, de reconocernos y aceptarnos.
Gracias por el premio Alex. Acá va mi lista:
Alex
Zorgin
Luisa
Duda
Fer
Juan
Pablo
Chiru
Vic
Luis


Ya se que es sin repetir y sin soplar, pero bueno, son las personas a las que me gustaría dejarles el premio.

sábado, abril 18, 2009

Flashes

Palabras que fluyen, dedos que presionan una y otra vez las teclas de la máquina, un cuento que cobra vida, una vida que se inventa en un cuento.
La historia se desarrolla, los círculos se cierran, el final se vislumbra apasionante, mezcla de esperanza, dudas, dolores y sueños.
Si al final de todo el cuento queda una cagada, por lo menos, lo intenté.

Primero tiró el orégano, después el ficus, no contento volvió con el orégano, esta vez para arrancarlo de su maceta y dejarlo moribundo, desnudo con las raíces al aire, tirado en el jardín.
Aprovechó un descuido para sembrar el parque de carbones, si, quedan lindísimos todos dispersos por el pasto, lo divertido es tener que juntarlos con poco tiempo, justo cuando ya estaba lista para salir y que su negrura se me pegue a mis manos y me acompañe en esa reunión tan importante.
La ropa del cordel fue el próximo paso y desafiando una muerte segura, probó con la media sombra del cerco. El perro goza de sus primeros meses, se divierte, mientras tanto, marido calcula el mejor plan para pasarlo a mejor vida.

¡Qué bien!, decíamos todos, logró calmar todos sus demonios y ahora se porta bien en el colegio. Y si, es todo un cambio pasar de jardín a primaria. ¿Ya lee algunas palabras? Siii, con lo vivo que es pescó la onda en seguida.
El jueves trajo su primer diez en un dictado de números. Hoy volvió a sus tiempos idos y me mostró un "observado" por mal comportamiento en clase de inglés, en su cuaderno de comunicaciones. Una de cal y una de arena y sigamos que todavía faltan las paredes y el revoque!

¿El *611 sigue con todos sus operadores ocupados??? Me cag...en la put...que los parió!!!

Trabajo nuevo, ilusiones que se renuevan y por el otro lado, a seguir remando, ¡vamos, no dejen que el barco se hunda, reeemen, reeemen!! Al fin y al cabo, no es divertido remar??

martes, abril 07, 2009

La Compañía - Parte IV

-No se crea que sabía la verdad. Al principio me dijeron que los crearían para utilizarlos en su centro de distribución, para abaratar costos y trabajar más horas... Viví con ellos mucho tiempo y cuando empecé a notar cierta negación de estas criaturas a cumplir órdenes sencillas, le dije a Casillas que mejor abortar la investigación. Cómo se imaginará me dijeron que se harían cargo de todo y me despidieron.
-Y ahí fue cuando le quemaron la casa- dijo D. convencido de sus palabras.
-La casa la prendí fuego yo, cuando me di cuenta que entraban todas las noches a robarse mis papeles. Una vez los esperé escondido detrás del sillón, cuando los vi salir de un rincón me tiré encima de ellos y solo pude atrapar uno. Me miró con tanto odio que tuve que soltarlo, realmente me dio miedo, era como si me echara en cara eso que era.
-Y ahora siguen trabajando para la Compañía, ¿por qué no se revelan? ¿Usted no los denunció?
-Yo intenté todos los caminos posibles pero siempre había alguien más poderoso que me hacía quedar como un loco. De hecho, algunas veces pienso que lo estoy. No le puedo asegurar que no se revelarán, creo que tienen inteligencia y memoria, algo que los hace aprender de sus errores y de los demás. Por ahora son parte de este mecanismo siniestro de la Compañía para facturar miles de pesos más por día.
-¿Le quedaron pruebas o alguna persona con la que se pueda contar?
-Nada, mientras viva todas las pruebas las conservo en mi cabeza, pero tengo miedo de que den un paso más y se atrevan a todo.
D. comenzaba a marearse en ese cuarto, el aire estaba cada vez mas viciado y necesitó con urgencia salir a despejar tanto sus pulmones como sus pensamientos.
-Gracias por todo, veré que hago con todo esto. Cuidesé, no haga nada extremo sin consultarme, tenga, esta es mi tarjeta.- dijo D. con un pie afuera del cuarto.
-Memorizaré el número. No espere que lo llame.- Perutti le lanzó una mirada inquisidora y luego de una pausa continuó- Sepa que ahora saben que usted sabe.
La idea de denunciar semejante fraude estaba presente, pero D. sabía que debería actuar con cautela para no terminar como el viejo Perutti.
No fue la revelación de este intrincado laberinto lo que lo asustó sino el tomar conciencia de que estos bichos podían llegar a revelarse. Había visto a uno de ellos y su cara de odio, qué harían pues si lejos de todo control seguían sus instintos más básicos.
¿Cómo acabar con ellos sin morir en el intento? Tenía tanta bronca, jamás le gustó sentirse usado y mucho menos estafado. De alguna manera no solo había que terminar con estas criaturas sino también con la farsa de La Compañía.
Estuvo unos días recavando más información, escribió todo en su antigua máquina Olivetti y luego lo mandó por mail también a un par de direcciones seguras. Contó todo con lujo de detalles, con nombres y apellidos.
Faltaba sólo una información para concretar su plan y esta llegó una tarde de otoño. Sonó su celular y después de ver el número, atendió:
-Hola, Turco, ¿tenés el dato? Msi, conozco, a la vuelta de la fábrica de pastas, msi, ¿estas seguro? Bien, gracias negro, te debo una.
Entonces, con el dato en la mano, buscó en un cuaderno viejo de direcciones y volvió a utilizar su teléfono.
-¿Paco, sos vos? Habla D. no puedo explicarte nada ahora, necesito saber si tenés aún los fuegos artificiales esos que utilizabas hace años. Necesito una carga importante, como para un depósito, si...¿podrás conseguirme todo? Ok, pasaré por la Cantina algún día para brindar con vos, si todo sale bien.
Los días previos sintió que ellos lo habían descubierto. Fueron noches eternas, en las que cualquier ruido lo molestaba y lo hacía saltar de la cama. Le pareció verlos en los rincones, debajo de alguna piedra, pero nunca el tiempo suficiente como para corroborar que allí estuvieran.
El martes había comenzado con lluvia, pero luego se despejó y le permitió poner todo en su lugar. Después llamó a su conocido en el diario de mayor tirada y le dijo que en su mail había una información fehaciente del mayor robo de los últimos tiempos, lo mismo hizo con un canal de televisión y con la producción de un programa de radio.
Luego, inspiró profundamente, esperó a que no pasara nadie por el lugar y apretó el botón rojo.

FIN

viernes, marzo 27, 2009

Lo que el teléfono se llevó

El móvil de Hansel y Gretel por Hernán Casciari
Anoche le contaba a la Niña un cuento infantil muy famoso, el Hansel y Gretel de los hermanos Grimm. En el momento más tenebroso de la aventura los niños descubren que unos pájaros se han comido las estratégicas bolitas de pan, un sistema muy simple que los hermanitos habían ideado para regresar a casa. Hansel y Gretel se descubren solos en el bosque, perdidos, y comienza a anochecer. Mi hija me dice, justo en ese punto de clímax narrativo: "No importa. Que lo llamen al papá por el móvil".
Yo entonces pensé, por primera vez, que mi hija no tiene una noción de la vida ajena a la telefonía inalámbrica. Y al mismo tiempo descubrí qué espantosa resultaría la literatura —toda ella, en general— si el teléfono móvil hubiera existido siempre, como cree mi hija de cuatro años. Cuántos clásicos habrían perdido su nudo dramático, cuántas tramas hubieran muerto antes de nacer, y sobre todo qué fácil se habrían solucionado los intríngulis más célebres de las grandes historias de ficción.
Piense el lector, ahora mismo, en una historia clásica, en cualquiera que se le ocurra. Desde la Odisea hasta Pinocho, pasando por El viejo y el mar, Macbeth, El hombre de la esquina rosada o La familia de Pascual Duarte. No importa si el argumento es elevado o popular, no importa la época ni la geografía.
Piense el lector, ahora mismo, en una historia clásica que conozca al dedillo, con introducción, con nudo y con desenlace.
¿Ya está?
Muy bien. Ahora ponga un teléfono móvil en el bolsillo del protagonista. No un viejo aparato negro empotrado en una pared, sino un teléfono como los que existen hoy: con cobertura, con conexión a correo electrónico y chat, con saldo para enviar mensajes de texto y con la posibilidad de realizar llamadas internacionales cuatribanda.
¿Qué pasa con la historia elegida? ¿Funciona la trama como una seda, ahora que los personajes pueden llamarse desde cualquier sitio, ahora que tienen la opción de chatear, generar videoconferencias y enviarse mensajes de texto? ¿Verdad que no funciona un carajo?
La Niña, sin darse cuenta, me abrió anoche la puerta a una teoría espeluznante: la telefonía inalámbrica va a hacer añicos las nuevas historias que narremos, las convertirá en anécdotas tecnológicas de calidad menor.
Con un teléfono en las manos, por ejemplo, Penélope ya no espera con incertidumbre a que el guerrero Ulises regrese del combate.
Con un móvil en la canasta, Caperucita alerta a la abuela a tiempo y la llegada del leñador no es necesaria.
Con telefonito, el Coronel sí tiene quién le escriba algún mensaje, aunque fuese spam.
Y Tom Sawyer no se pierde en el Mississippi, gracias al servicio de localización de personas de Telefónica.
Y el chanchito de la casa de madera le avisa a su hermano que el lobo está yendo para allí. Y Gepetto recibe una alerta de la escuela, avisando que Pinocho no llegó por la mañana.
Un enorme porcentaje de las historias escritas (o cantadas, o representadas) en los veinte siglos que anteceden al actual, han tenido como principal fuente de conflicto la distancia, el desencuentro y la incomunicación. Han podido existir gracias a la ausencia de telefonía móvil.
Ninguna historia de amor, por ejemplo, habría sido trágica o complicada, si los amantes esquivos hubieran tenido un teléfono en el bolsillo de la camisa. La historia romántica por excelencia (Romeo y Julieta, de Shakespeare) basa toda su tensión dramática final en una incomunicación fortuita: la amante finge un suicidio, el enamorado la cree muerta y se mata, y entonces ella, al despertar, se suicida de verdad. (Perdón por el espoiler.)
Si Julieta hubiese tenido teléfono móvil, le habría escrito un mensajito de texto a Romeo en el capítulo seis:
M HGO LA MUERTA, PERO NO STOY MUERTA. NO T PRCUPES NI HGAS IDIOTCES. BSO.
Y todo el grandísimo problemón dramático de los capítulos siguientes se habría evaporado. Las últimas cuarenta páginas de la obra no tendrían gollete, no se hubieran escrito nunca, si en la Verona del siglo catorce hubiera existido la promoción "Banda ancha móvil" de Movistar.
Muchas obras importantes, además, habrían tenido que cambiar su nombre por otros más adecuados. La tecnología, por ejemplo, habría desterrado por completo la soledad en Aracataca y entonces la novela de García Márquez se llamaría 'Cien años sin conexión': narraría las aventuras de una familia en donde todos tienen el mismo nick (buendia23, a.buendia, aureliano_goodmornig) pero a nadie le funciona el messenger.
La famosa novela de James M. Cain —'El cartero llama dos veces'— escrita en 1934 y llevada más tarde al cine, se llamaría 'El gmail me duplica los correos entrantes' y versaría sobre un marido cornudo que descubre (leyendo el historial de chat de su esposa) el romance de la joven adúltera con un forastero de malvivir.
Samuel Beckett habría tenido que cambiar el nombre de su famosa tragicomedia en dos actos por un título más acorde a los avances técnicos. Por ejemplo, 'Godot tiene el teléfono apagado o está fuera del área de cobertura', la historia de dos hombres que esperan, en un páramo, la llegada de un tercero que no aparece nunca o que se quedó sin saldo.
En la obra 'El jotapegé de Dorian Grey', Oscar Wilde contaría la historia de un joven que se mantiene siempre lozano y sin arrugas, en virtud a un pacto con Adobe Photoshop, mientras que en la carpeta Images de su teléfono una foto de su rostro se pixela sin remedio, paulatinamente, hasta perder definición.
La bruja del clásico 'Blancanieves' no consultaría todas las noches al espejo sobre "quién es la mujer más bella del mundo", porque el coste por llamada del oráculo sería de 1,90€ la conexión y 0,60€ el minuto; se contentaría con preguntarlo una o dos veces al mes. Y al final se cansaría.
También nosotros nos cansaríamos, nos aburriríamos, con estas historias de solución automática. Todas las intrigas, los secretos y los destiempos de la literatura (los grandes obstáculos que siempre generaron las grandes tramas) fracasarían en la era de la telefonía móvil y del wifi.
Todo ese maravilloso cine romántico en el que, al final, el muchacho corre como loco por la ciudad, a contra reloj, porque su amada está a punto de tomar un avión, se soluciona hoy con un SMS de cuatro líneas.
Ya no hay ese apuro cursi, ese remordimiento, aquella explicación que nunca llega; no hay que detener a los aviones ni cruzar los mares. No hay que dejar bolitas de pan en el bosque para recordar el camino de regreso a casa.
La telefonía inalámbrica —vino a decirme anoche la Niña, sin querer— nos va a entorpecer las historias que contemos de ahora en adelante. Las hará más tristes, menos sosegadas, mucho más predecibles.
Y me pregunto, ¿no estará acaso ocurriendo lo mismo con la vida real, no estaremos privándonos de aventuras novelescas por culpa de la conexión permanente? ¿Alguno de nosotros, alguna vez, correrá desesperado al aeropuerto para decirle a la mujer que ama que no suba a ese avión, que la vida es aquí y ahora?
No. Le enviaremos un mensaje de texto lastimoso, un mensaje breve desde el sofá. Cuatro líneas con mayúsculas. Quizá le haremos una llamada perdida, y cruzaremos los dedos para que ella, la mujer amada, no tenga su telefonito en modo vibrador. ¿Para qué hacer el esfuerzo de vivir al borde de la aventura, si algo siempre nos va a interrumpir la incertidumbre? Una llamada a tiempo, un mensaje binario, una alarma.
Nuestro cielo ya está infectado de señales y secretos: cuidado que el duque está yendo allí para matarte, ojo que la manzana está envenenada, no vuelvo esta noche a casa porque he bebido, si le das un beso a la muchacha se despierta y te ama. Papá, ven a buscarnos que unos pájaros se han comido las migas de pan.
Nuestras tramas están perdiendo el brillo —las escritas, las vividas, incluso las imaginadas— porque nos hemos convertido en héroes perezosos.

lunes, marzo 23, 2009

Instantáneas


Viajábamos a Trenque Lauquen a jugar al hockey. Como fui la última en subir al auto, quedé atrás.

El viaje se presentaba tranquilo hasta que en Casbas la tormenta que parecía lejana nos alcanzó.

Los campos sedientos recibían el elixir de la vida, el olor a tierra mojada nos recordaba que hace mucho que no llueve por mis pagos.

Y las gotas de lluvia que se escurrían por la ventanilla me hipnotizaron. Estuve varios minutos observando esa carrera loca en donde unas pasaban a otras. Corrían todas en sentido horizontal.

Algunas se disolvían en el camino, otras se hacían más grandes al unirse y así cobraban un nuevo impulso.

Yo las miraba, casi podría decir que apostaba por alguna y la seguía hasta su último esfuerzo, todas en el mismo sentido, todas intentando llegar a ningún lado.

Así estuve, hasta que una de las chicas comentó:

-Esperemos que en Trenque Lauquen no llueva.

Gotas que van y vienen, lástima que vengan tan pocas ultimamente...

jueves, marzo 12, 2009

La Compañía - parte III

D. quería saber más, buscó entonces a la única persona que los había visto: el chico colorado.
Lo vio en la plaza, con una rama apuntando al cielo. Avanzó despacio, no quería asustarlo, necesitaba algunas respuestas.
-Hola, te traje este chocolate. ¿Querés?
-Bueno- dijo el chico. Se limpió la mano sucia en la remera y abrió el chocolate.- ¿Usted no quiere?
-No, come vos.-Sin rodeos preguntó lo que quería saber- ¿Cómo supiste de estos bichos, alguien te dijo o vos solo los descubriste? ¿Los ves solo acá o hay más? ¿Qué son?
-El que sabe todo es el señor Perutti, él me contó de estos bichos y cómo los hicieron. Son varios, trabajan en toda la ciudad, pero nadie los ve. Me dijo que les enseñaron a robar las facturas de la Compañía, solo esas, que las llevan a un lugar secreto y ahí las queman.
Yo hace tiempo que los veo, pero como no digo nada, hasta ahora no pasaron por casa. A lo del señor Perutti si fueron, le sacaron todo. Después vino la policía y se lo llevó preso, lo largaron a los pocos días pero después del incendio ya no volvió a su casa. Dicen que se volvió loco, pero yo le creo.
-Ajá, y a Perutti dónde lo encuentro...
-Por lo general anda por ahí en los bancos de la plaza o se lo ve sentado frente a la Iglesia. Ahora me tengo que ir, mi mamá me espera. Si lo ve, dígale que habló conmigo.
-Bueno gracias.- Dijo D. mientras observaba cómo el chico se iba en su bicicleta.-Ey!! ¿Cómo te llamás?
-¡Soy Toti!.
El próximo paso era entonces encontrar al tal Perutti. Toti no le había dejado ningún rasgo distintivo, de modo que D. tuvo que preguntarle a dos o tres tipos antes de dar con el indicado.
-Disculpe, ¿usted es Perutti?
-¿Eh, me conoce? ¿Quién es usted, quién lo manda?
-No se alarme, Toti me dijo que podría contestarme algunas preguntas que me tienen muy preocupado.
-¿Toti?
-Si, el chico colorado, que anda siempre en una bicicleta azul, de unos...
-Ah, si. Toti. ¿Qué quiere saber?
Perutti aparentaba unos 60 años. Su ropa mostraba un estado de abandono y su mano derecha no paraba de temblar. Miraba constantemente a los costados y cada tanto se tocaba el bolsillo de su camisa, como si allí guardara un tesoro invaluable.
-Que me cuente qué sabe de esos animalejos que se llevan las facturas de la Compañía.
El señor Perutti abrió sus ojos y apoyó su mano temblorosa en el hombro de D. En su cara se veía el espanto y el miedo. Acercó su boca al oído de D y le dijo casi en un susurro:
-Nos vigilan, todo el tiempo. Venga conmigo, lo llevaré a un lugar donde podamos hablar.
Caminaron varias cuadras, a D. le parecieron siglos los que transcurrieron desde que Perutti se levantó del banco de la plaza hasta que llegaron a una extraña puerta, a la que se accedía por una pasillo interminable. Cada dos pasos, Perutti se daba vuelta y miraba a su alrededor, se quedaba uno o dos minutos con la vista fija en un punto y luego continuaba su marcha.
-¿Llegamos?- preguntó D. extrañado.
-Espere un poco. Vigile el pasillo mientras busco la llave.
Sacó de su bolsillo una llave de esas que abren los cuartos en los hoteles nuevos, no parecía una llave propicia para ese lugar. Abrió la puerta con sigilo y manoteó a D hacia adentro. Cerro con llave y luego prendió la luz.
-¿Qué es esto?- dijo D. Era un cuarto pequeño, con una mesa en el medio, un sofá cama y algunos frascos en el piso. Lo extraño eran las paredes. Parecía de metal, como estar dentro de un gran microondas. No tenía agujeros por ningún lado. Un pequeño ventilador removía ese aire caliente y viciado.
-Aquí no pueden entrar. ¿Cómo supo de ellos?
-Empecé a investigar por el extravío de las boletas de la Compañía cuando Toti me mostró estos bichos. La verdad es que no entiendo nada. ¿De dónde salieron? ¿por qué lo hacen? ¿cómo sabe de ellos?
-Se de ellos porque los creé. Trabajé en la Compañía durante 15 años, en el departamento de investigaciones. Estudiábamos en ratones los efectos nocivos de los celulares. Hasta que un día vino un señor gordito, retacón y con una cara que jamás olvidaré. Casillas, ese es su apellido, o era, a esta altura no se qué fue de ellos.
-¿Y qué le dijo Casillas?
-Preguntó si era factible modificar genéticamente unos ratones con unas células que ellos proveerían. Que era el estudio más importante de la Compañía. Imagínese, por años había esperado hacer algo importante y me llegaba esto que no comprendía muy bien, pero que me iba a dar un ascenso en la Compañía y el futuro asegurado... Eso me hicieron creer, trabajamos duro mucho tiempo, hasta que estos bichos, mitad ratones, mitad hombres, salieron a la luz.
Perutti, hizo una pausa. Los recuerdos de esos días lo perturbaban, su mano derecha se movía sin parar, tanto que tuvo que meterla en el bolsillo para no tirar la lámpara que estaba arriba de la mesa.

Continuará...

miércoles, febrero 25, 2009

La Compañía - Parte II

Ratas con cara de humano que robaban las facturas de celular, era demasiado increíble como para darle crédito a las palabras del chico pero había algo en sus ojos, en su voz, como de terror y revelación que hicieron que D. no las descartara por completo.
Siguió con sus preguntas ese día y comprobó que eran muchas las personas perjudicadas por la Compañía.
Averiguó ante los organismos de Defensa del Consumidor cuáles eran sus derechos y si podía iniciar un reclamo colectivo. Pensaba sumar voluntades para no ser un hombre más del otro lado, peleando contra el gran molino de viento.
Una noche, mientras repasaba unos papeles en la cama, algo que recordó lo hizo sobresaltar.
La Compañía tenía un departamento de investigación, donde estudiaban el uso prolongado de las microondas. Los animales elegidos para esta serie de pruebas eran ratones. Luego se dijo que probaron con seres humanos, que les pagaban importantes sumas de dinero a aquellos "conejillos de indias". Mas tarde hasta se mencionó que utilizaban indigentes, pero esto fue rotundamente desmentido por la firma.
-¡Noo, no puede ser!, dijo D. riéndose de su propio pensamiento.
-Pero si hubiesen perfeccionado el mecanismo... si dentro de ese departamento hubo alguien que pensó a futuro en una forma oculta de aumentar las ganancias de la empresa... ¡Basta D.! Es hora de dormir, ya pienso pavadas.
Al día siguiente fue a trabajar como siempre pero una desinfección no programada hizo que saliera más temprano que de costumbre.
Decidió llevar las planillas y volver al barrio donde había iniciado su investigación, para convencer a los vecinos de sumarse a su iniciativa de reclamo.
Pasaban pocos minutos de la 1 de la tarde, el sol de enero golpeaba su cabeza, calentaba el asfalto y lo hacía empaparse de transpiración. En las veredas no había chicos jugando, tampoco señoras con sus quehaceres de limpieza.
Los autos estaban todos estacionados, ninguno transitaba en ese momento por la calle Hornos.
A lo lejos vio al cartero que, en bicicleta, repartía las cartas y facturas. Reconoció el logo de la Compañía en una de ellas y como quien divisa a su presa, se quedó inmóvil con la vista fija en la factura. Esta había quedado enganchada en el portón de una casa modesta, con un lindo jardín en su frente.
No lo vio llegar, no escuchó el ruido de su bicicleta pero si sintió el tirón en su remera y reconoció el mismo pelo colorado y esos ojos tristes.
-Preste atención, ahora salen...¡por ahí!- señaló el chico de la revelación.
-¿Dónde, no veo nada?- dijo D. mirando más al chico y su mano extendida que al lugar que le indicaba.
De una piedra dentro de un cantero en la vereda aparecieron cuatro o cinco animalitos que treparon con una habilidad increíble por el portón y ayudándose con sus manitos liberaron la factura del portón.
-¡Hey!- le salió gritarles.
En eso uno de ellos volteó y pudo ver su rostro humanoide, tal como lo había descripto el niño. Increible. Tenía cola y pelo como una rata grande pero sus patas delanteras terminaban en unas perfectas manitos humanas. Y su cara...D. no pudo describir luego con exactitud ese gesto, pero era como una mirada desafiante, pendenciera, casi burlona.
Desaparecieron con la factura por el mismo lugar por donde salieron.
Hasta allí fueron D. y el chico. Tras levantar la piedra solo encontraron un pequeño agujero. Cavaron un poco pero el agujero se transformaba en un túnel como el de las hormigas. Imposible saber a dónde dirigía.

CONTINUARÁ...

sábado, febrero 21, 2009

La Compañía

La teoría parecía bastante conspirativa, pero había comprobado cada una de las pistas y todas llevaban al mismo lugar.
El hombre al que llamaremos D. sabía que la Compañía se le vendría encima, que borrarían todas las pruebas y lo harían quedar como un tonto o un loco, de hecho, sabía que lo vigilaban, desde su último llamado hace un mes y medio, cuando logró vencer a la máquina, a la telefonista, al supervisor y pudo comunicarse con un gerente.
Nada logró con ese diálogo pero les hizo saber que ya no podrían seguir operando tan impunemente. ¿O si?
La historia había comenzado a escribirse tres meses antes, cuando no le llegó su factura de celular.
Los primeros días no le dio importancia pero cuando el retraso se hizo evidente, se comunicó con el *xxx para pedir el reenvío de su factura.
La máquina le tomó los datos de manera correcta y le aseguró en su mejor tono de asistente perfecta que en el transcurso de diez días le estaría llegando la tan mentada factura.
Seguía en sus asuntos cotidianos cuando en el día 8 de la comunicación descubrió con fastidio que le habían cortado el teléfono.
A partir de allí, lo que era un simple reclamo por la habilitación del celular se transformó en un descubrimiento asombroso. Algo que le demostró la magnitud de la Compañía y el cinismo más absoluto con el que operaba.
Primero reclamó igual que la vez anterior, con el *xxx. Al no obtener una solución intentó mediante la página de internet con el mismo resultado negativo.
Entonces comenzó a investigar entre sus vecinos y amigos, les hacía las mismas preguntas y en casi todos los casos obtenía la misma respuesta. Las facturas no llegaban, el enojo crecía pero todos aceptaban mansamente este atropello.
Hasta que en una de sus requisas se topó con un niño de unos 8 años, pecoso y algo tímido. Ya lo había visto antes, siempre de lejos, con la vista fija en él.
-Perdón nene, ¿te pisé?- dijo preocupado.
-No- respondió el chico con la cabeza gacha y sus ojos concentrados en un agujero de su remera.
-Bueno, mejor así- se apuró a decir D. mientras se encaminaba a la casa de la esquina.
-Ellos no le van a decir nada, no saben, nadie sabe- dijo el pecoso mirándolo de reojo.
D. frenó su marcha y se dio vuelta para mirar al chico, levantó sus hombros y frunció el ceño. Éste, al sentirse observado se ruborizó pero aún así se acercó a D.
-Nadie puede verlos, trabajan muy rápido y en grupo. Son muy chiquitos, parecen ratas o topos, pero no...si uno los observa bien tienen cara de humanos...
El niño había logrado captar la atención de D. quien ante semejante revelación no podía decir una palabra. Le hizo un gesto con la mano, como para que continuara su relato, pero el chico dudó, estaba asustado y decidió salir corriendo muy rápido y perderse al doblar la esquina.

CONTINUARÁ...